Este pequeño vendedor de certezas baja la cortina de su local. Sin echar llave a la puerta, porque serán bienvenidos
 quienes quieran pasar, sin vender verdades universales, simplemente a compartir la quietud que permite la contemplación. La puerta será regulada por quien sabe qué cosa; el ambiente oscuro o colorido, según dicte el firmamento
Es propicio el descenso, con cautela, quizás con miedo. Allí trabajar la confianza y la entrega, para aprender a bajar, a subir y a rodar.

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